23 noviembre 2007

NOTA PREVIA


El Hemiciclo, o salón de sesiones parlamentarias del Congreso, al igual que el cerebro humano o la nuez de california, se encuentra dividido básicamente en dos mitades. Un repiqueteo constante nos mueve a decantarnos hacia el lado derecho o al lado izquierdo; entre la creatividad, el caos y las curvas, o la lógica, la racionalidad y la cuadrícula. Al Mundo, reflejo de nuestra propia nuez, también lo hemos marcado dramáticamente en dos: Oriente y Occidente, y por si fuese poca división nos encontramos con otras dos grandes mitades mucho más insalvables: lo masculino y lo femenino. Estas dos mitades latentes, tanto en el mundo, como en el hemiciclo, o en la misma nuez, parecen destinadas a desencontrarse. Ambas mitades son incompatibles o así nos gusta que sea. El ser humano parece reafirmarse en la división: Sevilla//Betis, solo//cortado, amor//morbo, facha//progre, hardcore//indie-soft, guerra//paz, karate//ballet, canalaire//partenaire, Dios//Alá... una vez proclamada y establecida la división, ésta se endurece y se agarra firmemente a su lado correspondiente. Las ideas se solidifican y pierden su fluidez original, normalmente una de las dos partes se hace fuerte y acaba sometiendo a la otra. La comunicación entre ambas, para entonces es ya prácticamente imposible.