09 septiembre 2008

Individualidad vs colectividad

La soledad aplasta a los hombres, a las mujeres, a la mujer que soy. Después de vivir una segunda adolescencia (quizá la primera no la viví cuando me tocaba) me he dado cuenta que lo que voy buscando no es sexo, ni tipos guapos, ni amistad, ni trabajo ideal, ni un largo verano sin septiembre... me he dado cuenta que sólo quiero compañía, compartir lo que soy, verme reflejada en tus ojos que intentan atraparme y de donde siempre quiero escapar.

Supongo que tú buscas lo mismo.

Hagamos una excepción. Vamos a atraparnos mutuamente un rato sin salir corriendo. Será interesante, maravilloso, fatal para nuestra propia individualidad. Un golpe trágico a nuestra soledad.

08 mayo 2008

Abusos contra la naturaleza

Hay algo insano en las religiones que prohiben, osea, todas. No llevar la cara descubierta, no comer cerdo, no tomar drogas, excepto vino de misa, no desear a otra persona del mismo sexo, no casarse con un miembro de otra religión... en el fondo sólo se trata de normas morales dictadas a lo largo de los siglos para mantener la estructura social controlada. Normas necesarias en un contexto histórico concreto pero que en la actualidad se alzan como momias polvorientas sobre unas andas movidas por la inercia de unos creyentes ciegos.

Lo insano en este momento presente es ver al Papa subirse a un púlpito desde el que recibe la aclamación de millones de seres, vestido con su túnica blanca, simbolo de la pureza, cuando en realidad está cometiendo el mayor de los atentados contra la naturaleza: no vivir la vida.

04 marzo 2008

Infiel, clitoridiana, mujer

Soy incapaz de votar a un sólo partido político, ni de creer en un sólo dios. Me gusta vestirme cada día con un modelito diferente, y comer en restaurantes donde ofrezcan variedad. No me gustan los uniformes. No me gustan las corbatas, ni los trajes de chaqueta, son anticuados y no favorecen además de cortar la circulación. No me gusta la palabra jefe ni empleado, prefiero coordinador y colaborador ¿Se nota que no me gusta la estructura social en la que me ha tocado vivir? No me gustan las agendas ni los horarios de 9 a 6 ni de 8 a 5. No me gustan los polvos de fin de semana, ni las comidas de empresa. Me gusta mi chico, pero además me gusta ese otro chico que no es mío, ni quiero que lo sea, aunque me lo llevo a un rincón del parque. Me gustan los bebés y me horroriza el destete programado a los tres meses por motivos laborales. Me gusta quedarme un día entero vacía y al día siguiente no dejar un hueco en blanco. Dicen que tengo que madurar, dejar de ser una niña, lo dicen los mismos que piensan que el orgasmo clitoridiano es de adolescentes. Pero esas mismas mentes freudianas no tienen ni idea de mujeres, no saben, ni les interesa aprender que el gran foco de placer no está en la vagina, sino en el clítoris. Que no necesitamos un pene del que depender (aunque siempre se agradece), que no somos más lentas, que con nuestras manitas llegamos al climax en menos de 30 segundos. No necesito un maestro, ni horarios, ni siquiera un sueldo fijo todos los meses. Lo que necesito es un lugar donde no haya partidos políticos que ganan o partidos que pierden como si de fútbol estuviéramos hablando; ni arriba ni abajo, ni objetivos ni resultados, ni eficacia ni productividad, pornografía barata ni babosos mentales. Soy mujer, no quiero estar arriba, sino en el centro, lugar flexible desde donde se ve la realidad sin distorsiones, sin restricciones. Del centro nace la vida y si no, estudien su cuerpo.

17 febrero 2008

08 febrero 2008

Una verdad incómoda

Oigo por aquí y por allá que estamos a la puertas de una catástrofe ambiental a nivel mundial. El cambio climático es inminente, la acción del hombre con sus gases nocivos está acelerando este proceso. Los científicos alertan a la población mundial de la futura amenaza. Los políticos del mundo acceden a reunirse con los científicos en el protocolo de Kioto donde se intenta atajar el problemilla. Por supuesto EEUU, después de hacer sus números no aprueba las condiciones del protocolo, tampoco Australia. Al gigante americano, emisor del 25% de CO2 le viene mucho mejor económicamente hablando mantener los ojos cerrados o en todo caso no mirar mucho más allá de su ombligo. Ayer me metí en el Círculo de Bellas Artes donde se proyectaba la famosa película de Al Gore "La Verdad Incómoda"



La película-conferencia nos muestra un panorama inquietante aunque narrado en el tono amable de este ex vicepresidente reconvertido a profeta salvador del globo terráqueo. En ella, bonitas imágenes del planeta azul desde el espacio exterior se mezclan con gráficos alarmantes donde se muestra la evolución alcista sin precedentes del CO2; fábricas humeantes y bellos ríos como en el que Al pescaba durante su infancia y que debemos conservar. Todo ello apoyado sobre la típica maniobra americana de hacer al Gran Hombre más accesible demostrando que los poderosos también lloran. Él mismo nos cuenta cómo aumentó su empatía para con el mundo gracias a diversos sucesos graves que acontecieron en su esfera personal como el accidente de su hijo o la muerte por culpa del tabaco de una hermana.
Lo que nos viene a decir el documental es que si bien la historia del planeta está plagada de cambios climáticos, Eras glaciales alternadas con periodos interglaciales, la acción egoísta del hombre está provocando que el nivel de contaminación en la atmósfera y por lo tanto el calentamiento de la delgada capa sobre la que nos movemos se esté acelerando a una velocidad sin precedentes. En muy poco tiempo podremos ver, si no ponemos remedio, como nuestras costas desapareceran bajo las aguas. A los ejecutivos de Manhatan no les quedará otra que hacer negocios sobre sus yates mientras medio mundo perecerá ahogado bajo los mares. Todos podemos hacer algo, si bien el gran problema no deja de ser político.



Lo interesante de la noche llegó después de la proyección con el debate "El Cambio Climático" que sentaba a la mesa a un experto de cine, al Decano del colegio de Economistas de Madrid, a un representante de Amigos de la Tierra y al Vicerrector de la Politécnica de Madrid, Ingeniero de Minas y experto en Bosques.
En el coloquio pude comprobar que el hombre no solo destruye sin ningún miramiento su propio hábitat, sino que se autoinmola incapaz de conciliar puntos de vista dispares. Cada invitado expuso su verdad parcial, su verdad lateral.

El economista estuvo sembrado hablando de números y quitando hierro al asunto. Total, si nos molestamos en tomar medidas perderemos el tiempo frenando lo que tiene que pasar de todas maneras por causas naturales. Además, la subida del nivel del mar lo que va a provocar en realidad es más riqueza en las áreas más pobres de la tierra que verán como sus tierras se fertilizan por obra y gracia de la Santa Madre Oceánica. Según este economista se está exagerando la consecuencias del cambio climático y las soluciones propuestas para atajarlo, como las plantaciones dedicadas al biocombustible, no son tan beneficiosas a la larga, puesto que chocan frontalmente con la industria alimentaria encareciendo los precios.
A continuación habló el representante de Amigos de la Tierra que echaba chispas después de la exposición del economista y se centró en criticar abiertamente la visión despreocupada de quienes tapan con balances positivos el problema que nos atenaza.

Para equilibrar el barco, el Vicerrector experto en Bosques habló con neutralidad y sin meterse en asuntos de números o política. Sencillamente nos transmitió con objetividad lo que él mismo ha comprobando in situ a lo largo de sus muchos años de viajes. Es más que evidente que el planeta se está calentando, los glaciares y los polos se están derritiendo y nos estamos cargando los pulmones verdes a una velocidad dramática.

Que nos estamos comiendo nuestro propio hábitat natural es evidente. Que economistas, políticos y científicos defienden cada uno su punto de vista segmentado es un hecho. Que el hombre es incapaz de ceder mínimamente un gramo de su parcela de poder o de verdad medianamente aprendida... eso es lo que me quedó claro al final de la noche de ayer.

Me siguen convenciendo más las palabra mudas de la Naturaleza
que los discursos del hombre que se cree su amo y señor, que sigue sin enterarse que forma parte de ella y no al revés. El problema es que aún pensamos que somos únicos, nosotros, los seres más inteligentes sobre el planeta, cuando en realidad el hombre no es más que un bicho molesto sobre la piel de la Tierra al que tarde o temprano se encargará de sacudir de su lomo. Volverán nuevas glaciaciones al ritmo que a la naturaleza le parezca lógico. Se abrirán volcanes. Se separaran y uniran mil veces los continentes y de vez en cuando un zarpazo solar calentará de más por accidente a este planeta azul. Para entonces la humanidad con sus problemas de conciencia ecológica no será más que un recuerdo vago bajo toneladas de estratos fosilizados.

22 enero 2008

POLITIKIMIX

No se que me produce más reflujo gástrico si los políticos o la política. El término en sí mismo me suena a cosa afilada, ácida, hueca, no se si por las ies que pinchan o por la p, la t o la c, consonantes todas ellas secas y sordas. Aparte de la política, me rechina el periodismo. Ambas nacen con intenciones saludables, con el deseo de llevar palabras y concordia al mundo. Sin embargo aún no he conocido político o periodista al que sienta ganas del hincarle el diente.
Del mismo modo que los periodistas se recrean y autoalimentan con una buena catástrofe, los políticos consideran que si el partido de la oposición les arrebata el poder, el país se autodestruirá en menos de 4 años. No hay muchas más profesiones donde la falta de respeto esté más cerca de ser una virtud que un defecto. Pronto nos van a hacer tragar sus áridos panfletos. ¿A quién regurgitar? no me siento con ganas de digerir a ningún partido. El juego izquierda/derecha me da risa y cada vez más repugnancia. Quizá si el cabeza de lista fuese mujer... me refiero a mujer de verdad, no esos peleles con gesto de estupidez permanente tan manejables y sordos como el sector en el que se mueven... Otra alternativa sería votar a algún partido gestante, tan pequeño y herbívoro que todavía viva en la ilusión infantil de que en este negocio hay sito para los que no van armados con cuchillos de sierra.
Me ronda últimamente la idea de patentar una Termomix en la que meter todos los programas troceados y candidatos del mercado. Seleccionas los ingredientes de cada propuesta electoral que más te apetezcan, agitas y listo. Por un lado te sale la vitamina, por otro la basura.

15 diciembre 2007

LOS QUE NO SON COMO LOS DEMÁS

Me gustan los raros. Lo sé desde aquella vez en primero cuando los blue eyes de aquel chaval planearon sobre el mar de pupitres para iluminarme precisamente a mí. Yo llevaba faldita y él pantalones cortos, sólo teníamos en común los calcetines resignados a caer siempre sobre los tobillos.

















En el recreo ellos jugaban al fútbol. Ellas a saltar la comba. A mi me gustaba sobre todo romperme los zapatos dándole patadas a las piedras. Así que yo era esa que siempre andaba medio-sola, en esa media hora de libertad en la que nos permitían ser auténticos. Las niñas me parecían aburridas, otra de sus aficiones principales era sentarse en un banco para sacarse cómodamente los ojos entre si o hacer risitas sobre lo bestias que eran los chicos. Ellos iban a su bola y en aquella época lo único que les seducía era probar lo duras que podían llegar a ser sus cabezas rebotando contra el final del tobogán.

Aquel chico era diferente. No jugaba en el patio con los otros niños a romperse la crisma, siempre estaba como en babia, ni siquiera sacaba buenas notas y se sentaba en la penúltima fila. Pasaba completamente desapercibido, menos para mí. La única vez que nuestras miradas se cruzaron fue suficiente para reconocernos y saber que pertenecíamos al mismo clan, el de -los que no son como los demás-.

Varias décadas más tarde y con todo lo que ha llovido desde entonces, me suele pasar que, de pronto, en la ventanilla de un coche contiguo al mío clavado frente a un semaforo en verde, o en la cola de la película de al lado, me tropiezo con unos pantalones que andan como raros sin saber si torcer a la izquierda o quizá, mejor cambiarse de película.