04 marzo 2008

Infiel, clitoridiana, mujer

Soy incapaz de votar a un sólo partido político, ni de creer en un sólo dios. Me gusta vestirme cada día con un modelito diferente, y comer en restaurantes donde ofrezcan variedad. No me gustan los uniformes. No me gustan las corbatas, ni los trajes de chaqueta, son anticuados y no favorecen además de cortar la circulación. No me gusta la palabra jefe ni empleado, prefiero coordinador y colaborador ¿Se nota que no me gusta la estructura social en la que me ha tocado vivir? No me gustan las agendas ni los horarios de 9 a 6 ni de 8 a 5. No me gustan los polvos de fin de semana, ni las comidas de empresa. Me gusta mi chico, pero además me gusta ese otro chico que no es mío, ni quiero que lo sea, aunque me lo llevo a un rincón del parque. Me gustan los bebés y me horroriza el destete programado a los tres meses por motivos laborales. Me gusta quedarme un día entero vacía y al día siguiente no dejar un hueco en blanco. Dicen que tengo que madurar, dejar de ser una niña, lo dicen los mismos que piensan que el orgasmo clitoridiano es de adolescentes. Pero esas mismas mentes freudianas no tienen ni idea de mujeres, no saben, ni les interesa aprender que el gran foco de placer no está en la vagina, sino en el clítoris. Que no necesitamos un pene del que depender (aunque siempre se agradece), que no somos más lentas, que con nuestras manitas llegamos al climax en menos de 30 segundos. No necesito un maestro, ni horarios, ni siquiera un sueldo fijo todos los meses. Lo que necesito es un lugar donde no haya partidos políticos que ganan o partidos que pierden como si de fútbol estuviéramos hablando; ni arriba ni abajo, ni objetivos ni resultados, ni eficacia ni productividad, pornografía barata ni babosos mentales. Soy mujer, no quiero estar arriba, sino en el centro, lugar flexible desde donde se ve la realidad sin distorsiones, sin restricciones. Del centro nace la vida y si no, estudien su cuerpo.